martes, 20 de noviembre de 2012

¡¡ A !!






Mi mirada frente a frente
dejando correr la pluma
al compás de un poema de viernes
que vibra, que recoge frutos caídos
que convierte viejos sonetos
en llanuras ardientes de primavera...
son sonrisa, llanto, miedo y estremecimiento.


Es no sufrir el castigo de la muerte
es el renacer de frutas caídas
es escuchar la única voz en mi rostro
y confundir las puertas de la vida
en cada parte de este encuentro.


Es sentirte, es no hacerlo,
es entrar a la cubierta 
sin tirarse de la borda.
Es trabar mis palabras en este verbo
zacudir las frazadas de mi corazón y tenerlo.


Es dejarte de imaginar sólo por ese momento...
insegura, temblorosa, desteñida
junto al río de tu cuerpo.
Es beber la lluvia ahogada en un invierno,
sepultar nuestros libros y tener un sólo corazón
donde ambos nos absorbemos.


Es vivir en ese momento 
para morir después de este inexplicable encuentro
y guardar perpetrada tu alma, tu sangre y tu voz
en el fondo de este poema
y recordarte, y recordarlo 
como el renacer de frutas caídas
en una noche de invierno.