domingo, 7 de noviembre de 2010

En el reverso



                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                Irene Morack


La mano está en la pared a presionado el botón eléctrico y es ahí donde cayendo ha aparecido el reverso. No es sólo sombra, es piel, es carne, es la espina dorsal que anima el cuerpo y tritura al gris armazón. Siento más la tierra sea ésta de piedra o barro; gozo donde concibo, donde puedo, donde quiero. Es un sentimiento antiguo que oxida las suelas usadas en el baile rosa. Mi meñique ni siquiera puede alcanzarlo y eso que está muy cerca; y salto y salto y lo he alcanzado. Desde aquí se ve tan pequeñísimo,  tan diminuto  el enorme mundo sórdido en el que un tiempo decidí vivir.
El agua que pasa de noche forma parte del almuerzo musical donde sólo tocan jazz, jazz con letras azulinas que aceitan mis codos para apoyarlos en un mantel de rosas blancas que cubren el punto que ya no importa.

En el reverso mi piel se eriza acerado por el fuego, mis pupilas planchan el montón de huesos que forman parte del marino que conquista nubes de copos blancos. Me acompaña el cigarrillo de todos los domingos en el que muda y sola,  las olas de aire le hablan a una idéntica imagen mía que flota entre ecos y escombros.
Morir es un lugar que aún  gusta y es por eso que ha decidido andar sin ningún costo en la vida y el mar me empuja con su pulso marino al fondo que tiene formas, superficies y las pausas que me permiten quedarme plantada en un verso.


En el reverso encuentro poetas irreverentes, sin escritura, los de la calle y los que te dan justicia viva. En el reverso de pronto me encuentro sentada al costado del músico de jazz, sintiendo, escribiendo, volviendo, desprendiéndome, recostándome en su música, centrándome en el intérprete y no en el compositor.

Y aunque el anverso es la cara principal de la moneda, no necesariamente la original,  ella prefiere el REVERSO, la cara opuesta, la dirección distinta, lo que se oculta , lo que no se conoce  con sólo mirar sino con sentir....¡Mira t(s)u reverso!

No hay comentarios: