domingo, 9 de enero de 2011

Encuentro




En el tablerito de la pared había escrito el número 9 él sabía la fuerza de mi argumento sabía que así podía nadar en mi mundo que- últimamente- el 9 me permitía crear versos de cielos palpables. Todo el mundo sabía eso pero él no. Me gustaba cuando él frente al espejo le hacía un lazo mariposa a su corbata y se arreglaba su ropa de una manera tan graciosa hasta el punto de sentir mis ojos humedecidos. Los días se volvían especiales cuando me llevaba en su bicicleta de timbre azulino y en la canastilla colocaba el cuaderno de las frases hechas por los dos.Todo lo que observábamos en el paseo estaba cubierto de siluetas vegetales ¡ambos amábamos la naturaleza! y me gustaba verlo recoger las semillas acostumbradas de la gente y luego guardarlas en un frasco que ambos enterrábamos en un jardín muy lejano de aquí. Somos dos corazones llenos de sueños perdiéndose en nuestras cabezas las explicaciones y dibujando líneas extrañas llenas de luces que quieren sólo sonreír. Siempre me preguntaba si me gustaban los libros aunque él sabía que mi respuesta era un sí  le agradaba ver como mis ojos se iluminaban,como mi boca formaba la sonrisa secreta y como meneaba mi cabeza hacia el costado para responderle que sí que desde el momento en que él por primera vez deslizó sus manos en mis ojos cerrados, extendió mis manos hacia su pecho y un vientecito agradable me hablo al oído desde ése momento había amado los libros porque es ahí donde a él siempre lo encuentro.

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